martes, 4 de enero de 2011

Fabulae Lûctus.

(Debido a varios restrasos en la revista en la que estoy trabajando...publico mi primer trabajo en el blog).
 
El Cisne y la carpa.
Y la locura se convirtió en un dulce cisne con alas de plata, que volaba bajo la luz de luna soñando evaporarse con la luz del sol. Un día decidió reposar en un lago de leche, allí, se encontró una carpa con la que compartió una vida, acostumbrándose la una a la otra acabaron llamándose amigas, y ¿Para qué? Para que el cisne se marchase volando, muerta por su odio interno, el cisne creció y se convirtió en una buitre, sin saberlo llegó hasta la luz del sol, donde cegada por su luz, cegóse, cayó, y desapareció en el olvido....

La marmota y el bosque.
Lloraba la marmota al ver como el hombre a golpe de hacha desolaba su hábitat, imploraba e imploraba a la nada para que le diese una oportunidad de vivir, pero la nada no se la dio. La marmota desconsolada decidió emprender la huida, pensó que mejor morir fuera buscando un nuevo hogar que vivir tristemente esperando un milagro. Tras alguna jornada de viaje encontró tras un acantilado, su lugar soñado, no se amilanó y un puente fuerte construyó, tardó sí, pero su trabajo valió la pena y una nueva tierra ante sus pies se abrió, cruzó sin miedo, ¡Pues era su sueño! Haciendo con paciencia su madriguera se acostumbró rápido a lo que la tierra le daba, y vivió feliz hasta que a su cabeza una manzana cayó, y ya nada fue igual…lo que nació como un gesto ingenuo se tornó para ella en amenazador, mirando al bosque como enemigo, la marmota decidió marchar de vuelta para volver a su suplicio quemando el puente, habrá algo más allá, decía, y sólo encontró soledad….




El gallo y la ortiga.
¡El gallo escapó! ¡El gallo escapó! ¡Busquémosle! Gritaba el granjero, pero lo que no sabía era ya cuán lejos estaba el gallo del corral, este ávido de mundo decidió empezar una nueva vida, y lo primero que hizo, fue buscar amigos entre lo que tenía más cerca, lástima que fue a dar con una ortiga, el gallo creyendo que sería buen compañera le comenzó a hablar, pena que la ortiga no le podía contestar, ni hacerle gestos para decirle lo feliz que era en ese momento, el gallo preguntaba y preguntaba, pero la ortiga jamás le llegó a contestar.
El gallo lo intentó y lo intentó hasta que por fin se cansó, y decidió matar a la planta a picotazos, ¡Qué desfachatez el no contestar dijo! Cuando esta no contestó sólo porque no tenía tal posibilidad, la planta lloró al verse desmembrada por el pájaro, el gallo llego a tal nivel de locura que no sólo le bastó con matarla, sino que quiso devorarla….¡Ay infeliz! Pues al querer devorarla con una de sus ramas se atragantó, y ahora el granjero se quedó si gallo, este sin vida y sin amigo, y la pobre ortiga ¡Ay! Mejor no hablar de la pobre ortiga…

La muerte y la guadaña. (especial de Navidad)
Volvía la muerte de hacer su trabajo cuando la guadaña tristemente plañó: ¿Por qué a mí…por qué me escogiste compañera para segar las almas de aquellos que no me han hecho nada? ¡No quiero matar a nadie más! La muerte extrañada por la pregunta de su vieja compañera le contestó ¿Por qué no? Si no hubiera muerte, la vida no tendría lugar, si una línea nace en un momento es porque en algún momento habrá de acabar, si no nos hubiéramos llevado a este anciano que padecía desde hace tiempo ese niño hubiera nacido inerte, porque no tendría a nadie quien velase por él…alguien que le protegiera en sus primeros años de vida, a alguien que diese calor a su alma en los momentos difíciles…-Es triste –Contestó la guadaña- porqué leo lo que piensan, y a ti no te maldicen, me maldicen a mí por hacer daño y estar fría, por eso te pido amiga, si en verdad me quieres…dame calor y una bella forma para que sientan que es una mano amiga la que se introduce en ella para liberar su alma, porque si no…no trabajaré más y de oxido me corromperé. La muerte conmovida por su dolor llegó a un acuerdo con ella, y desde aquel día los humanos la representarían temible más cuando se le presentase a alguien sería en cálida forma de luz.

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